Imágenes en blanco y negro, sin locución, sólo música, de Riglos, su gente, procesiones, alrededores.
Comentarios de Miguel Vidal:
“Vemos al mudo (gesticulando) muy simpático, entendía a todos los montañeros, todos ya le conocían era muy simpático.
En una ocasión fuimos a Madrid con Rabadá y Navarro a ver esta serie de películas, el salón de la Federación Española estaba a tope. Al terminar, Rabadá tomó la palabra, que era muy simpaticote y comentó que en este pueblo, a pesar de la amenaza que supone la caída de piedra: “Jamás nunca ha muerto nadie de una pedrada, de un desprendimiento de conglomerado”. Y uno de los asistentes comentó “Oye Rabadá, y en ese que pueblo ¿de qué mueren, de mal de ojo?”
Verdaderamente era atrayente ver un pueblo tan rústico con gentes tan amables... hospitalaria al cien por cien.
Para ir al pueblo de Riglos había que apearse en la estación que estaba a unos 3 Km y pico y luego ir andando por un camino por que no había carretera.
Decían: “Si estos montañeros están locos, no se que sacan subiendo por las paredes”.
Vemos la Procesión de Semana Santa, que va de la iglesia a la ermita de S. Martín. Y el último que tenía que ir con la cruz a cuestas lo llamaban “El penado”, ese año le tocó a José Pisón.”
“Les conozco prácticamente a todos porque como... luché mucho por Riglos, para darlo a conocer, que pasaron los años y me hicieron hijo adoptivo de este pueblo, lo cual es para mí una satisfacción”.